No tienes que decirme nada. Ya sé que cuando me tenías cerca se te encabritaba el pecho. Te gustaba tentar a la suerte, y acercarte a mi boca más de lo permitido mientras bailábamos. No podías evitar el cosquilleo cuando te hablaba, y sin querer mis labios acariciaban tus oídos. Y si mis manos te rozaban, la electricidad pasaba de mi cuerpo al tuyo, hasta electrocutarte el corazón. Inconscientemente buscabas a una chica que fumaba con camiseta rosa y vaqueritos rotos entre la multitud… querías concederla cada baile de la noche, o quizá cada baile de tu vida. <invítale a un 43 con lima, que ponen una de estar pegados a las dos>
Cada noche a la hora de dormir esperabas un mensaje… no te hagas el duro y admite que los sueños no eran bonitos si yo no te los deseaba así. Admite que poco a poco pusiste mi cara a cada canción de amor.
Yo lo reconozco. Reconozco que me excitaba tenerte tan cerca. Que me enganché a tu olor como quien se engancha a la cocaína... hice tuyo cada Rock'n'Roll, y llené folios blancos con corazones de colores.
Pensé - ¿Por qué no?, a lo mejor es él.
Entonces comenzaron a temblarme las piernas. ¡Dios!. Sí, sí era él. Eras tú.
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